lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo 21: No era ella ...

Se parecía a Debby, pero no era ella. Eso me había tranquilizado, pero de todas maneras, me parecía raro e increíble aquel parecido que tenían aquella mujer y Debby: pelo castaño rizado, ojos marrones y mirada infantil …
La mujer tenía un cable de cobre enrollado al cuello, y tenía un cuaderno en su regazo. Lo cogí sin mirarla y el cuaderno se me escapó de entre las manos cuando leí el nombre de Debby Marshall. Había una lista enorme de nombres, pero tan solo su nombre, el nombre de mi hermana, estaba manchada de sangre. Dejé el cuaderno donde estaba y salí del teatro sin ninguna prisa. No sabía lo que hacía, debía de correr por si la persona que había matado a aquella mujer quería ir a por mí. De repente me di cuenta de que algo se movía entre las sombras y la adrenalina me empujó a correr lo más rápido que podía. Salí del teatro y cogí un taxi para volver a casa. Cuando llegué a casa eran las doce y media del mediodía. No sé cuánto tiempo pasé en el teatro, y ni siquiera sabía a qué hora había llegado, y lo pero fue que Debby no estaba allí, así que decidí llamarla:
-Debby, ¿estás bien?- le pregunté.
-Si… No he podido ir al teatro- me dijo.
-Ya lo he comprobado, ha sido una broma ¿no?- Mis palabras sonaban duras- ¿Qué querías que hiciese en el teatro? Ver cómo …
-Tenía una audición- Me interrumpió justo a tiempo. No quería que supiese que habíha visto a una mujer sentada en una butaca observando el escenario, además de que estaba muerta-. Cuando toqué el piano en el concierto de la señora Marshall, un hombre, que creo que era director de un importante colegio de música, me dio su tarjeta para que contactara con él. Estaba interesado en mí. Estaba interesado en mi música, en cómo tocaba el piano. En aquel momento me sentía feliz. Más feliz que nunca, más feliz que cuando estaba con Dylan. Se ha distanciado de mí desde aquella noche, pero creo que no me importa. Bueno, dejemos de hablar de Dylan. La cuestión es que hoy tenía que ir al teatro de Darkness porque aquel director me había dado la oportunidad de entrar en su colegio. Las audiciones eran en el teatro de nuestra ciudad, pero no fui.
-¿Por qué?
-Recibí una llamada de una mujer diciendo que las audiciones se habían suspendido porque la mujer que iba a venir a, por así decirlo, evaluarnos, no podía venir. Así que las audiciones son el lunes en el conservatorio de la ciudad.
Estaba claro que la mujer a la que habían matado, era la mujer que dirigía la audición de Debby. No me salían las palabras, pero decidí tranquilizarme.
-No lo sabía, ¿querías que estuviese en tu audición?- pregunté.
-Si … Seguramente no habías ido- me dijo.
-Si he ido, pero el teatro estaba cerrado, seguramente sabían la noticia y por eso habían cerrado- Mis mentiras a veces habían funcionado, pero no sabía si esta iba a servir con una “detecta mentiras” tan profesional llamada Debby.
-¿Estás en casa?- me preguntó ignorando mi mentira.
-Si, ¿por qué?
-Lo que me suponía. Liza, las clases aún no han terminado- Miré el gran reloj de pared del salón y vi que eran la una menos cinco. No valía la pena ir al instituto. Seguramente, ya su habían dado cuenta de que había faltado una hora y que ya no iba a volver-. ¿Vas a ir al instituto?
-No. Saldré a dar un paseo para que la señora Marshall no sé de cuenta de que me he escapada, y si me regaña, va a ser por tu culpa.
-Está bien, pero yo que tú me daría prisa, la señora Marshall suele venir a la una y cuarto a casa.
Salí a la calle y empecé a andar hacia el centro.
-Y tú, ¿dónde estás?- pregunté.
-Bueno, yo tampoco voy a ir al instituto. Ahora mismo estoy cogiendo un bus para ir al conservatorio y comprobar que estoy en la lista de los candidatos.
-Bueno pues suerte, te espero en casa.
-Adiós.
Fui al centro para ir a la biblioteca. Aún tenía que preparar algunos exámenes. Me senté al lado de un chico rubio que estaba mirando el techo. Tenía mi edad, o eso suponía, unos diecisiete años… Tenía los ojos de color marrón y vestía unos vaqueros y una sudadera azul oscura. Parecía nuevo en la ciudad, ya que no había visto su cara nunca, y si era verdad que tenía diecisiete años debía de ir a mi instituto, pero nunca me he cruzado con él. Cogí un periódico que había en la mesa y leí un titular que me hizo gracia: “Victoriosos contienen sus ganas de sangre” ¿Enserio? La noticia decía que el gobierno prohibía cualquier consumo humano (es decir, cualquier consumo de sangre de Luchadores) que cualquier persona que fuera Victorioso, debía de tomar sangre animal. También decía que se había tomado esta decisión porque se habían producido numerosos asesinatos durante los últimos cinco años, y que además no era necesario tanto consumo de sangre. Esa nueva norma la tendría que haberla escrito un Luchador. Estaba en lo cierto, el actual gobernador John Geoffrey, había puesto esa estricta norma. En la noticia había comentarios de Victoriosos que vivían en Darkness, por ejemplo un granjero que vivía en la ciudad decía que le parecía injusto esta nueva estúpida norma. Según él un Victorioso necesitaba tomar sangre de Luchadores, si no ellos se morían. Desesperación por sangre. Estúpidos. Lo que querían era acabar con la existencia de los Luchadores. Por más que lo intentasen no iban a acabar con todos.
Dejé el periódico en la mesa y saqué el libro de ciencias para empezar a estudiar. El chico rubio había desaparecido, mejor dicho se había marchado, porque no había rastro ni de su cuaderno ni de su estuche.
Me quedé hasta las tres en la biblioteca. El chico rubio volvió a entrar y se sentó en el mismo sitio. Se volvió a sentar cerca de mí. No entendía por qué había vuelto. La biblioteca estaba casi vacía, por no decir que sólo estábamos el chico y yo, sentados en una mesa rodeados de estanterías llenos de libros.
-Hola- El chico me miró, pero no contestó. Quería empezar una conversación pero parecía que no iba a ser fácil-. ¿Eres nuevo en la ciudad?- Seguía sin responderme. Sabía que era una conversación un poco espontánea, pero el chico parecía estar ausente aunque me estuviese mirando- Me llamo Liza, ¿y tú?
Decidí callarme. Era inútil seguir estando allí para que el chico respondiese, aunque tampoco me interesaba mucho, la verdad. Fingí mirar el reloj, pero en realidad le miraba de reojo. Recogí mis cosas tranquilamente, y cuando estuve a punto de salir de la sala de estudio, pude oír la voz del chico.
-Me llamo Mario.

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Bueno, como veis, Wendy aún no ha salido en la historia. Tengo planeado sacarla pronto en acción ¬¬ Peeero, he decidido poner en la historia a un chaval que se llama Mario ... (no sale de manera espontánea, es un personaje por así decirlo "importante")
Bueno, espero que os haya gustado este capítulo,
Un abruuuzo!!

Elena.

2 comentarios:

  1. ¡MARIO!¡RUPERT!¡HARRY!¡PAHNI! haahahhahahahahah Nuestro Mario... A ver si puede leer tu blog, seguramente solo leerá la parte en que sale él (como hizo en mi blog con Rupert ¬¬), pero en fin... algo es algo xD
    Vaalee... ¿Quién diablos es esa mujer? ¿Wendy? Sí, quiero que salga ya Wendy, que me tienes ansiosa xDD
    Oye, oye... Vaya con Debby... ¡Qué susto se metió Liza por su culpa e.e! Deberías matarla... Y no... no lo digo por lo de Dylan ¬¬ xDDDD
    ¿Por qué en ese cuaderno tiene el nombre de Debby manchado con sangre? O.o Me tendrás que resolver mis dudas...Hoy no...¡Mañana! En el recreo, para ser exactos xD
    Un personaje importante e.e ¡Me tienes en tensión mala pécora! ¬¬ ¡¡Gray-Sama!!¡¡Gray-Sama!! hahahaha Hoy estoy más espontánea/loca de lo normal xDDDDDDD

    ¡OYE UN ABRUZO!

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  2. Hola.... perdon por no comentar antes...!!!
    me encanto mucho el capitulo...!!!
    me dejaste con mucha intriga... jaja
    espero la continuacion...
    ademas te aviso que tienes un premio en mi blog..
    besos =)

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