miércoles, 1 de febrero de 2012

Capítulo 18: ¡Sorpresa!


No conocía de nada a Brigitte Lambur, pero mis sospechas contra ella no sé si me llevaban a descubrir quien era en realidad. ¿Qué sospechas? Claramente, la sospecha con la que ella; Brigitte, consiguió arrebatarme por un segundo mi alma, o a quitárselas a Alex y a Ariana. Todo esto me llevó al pasado, me llevó a recordar como supuestamente maté a mis amigas para salvarlas. Sonaba paranormal, y ni yo misma me lo creía. Era algo imposible …
Tras llegar a casa, vi la cara de alegría de Debby, que me sonreía:
-Con esa cara de muerta vas a deprimir hasta a una estatua, que con lo inmóvil que está, ocurriría un milagro desastroso- me dijo con tono irónico.
-Lo que tú digas.
-Lo digo enserio, hoy la señora Marshall está contenta.
-¿Y cuándo no lo está?- pregunté yo esta vez con tono sarcástico.
-Hoy es un día especial para ella. Va a tocar en el teatro esta noche, y te aseguro que mucha gente ha pagado para ir a verla.
-Eso es algo bueno.
-Muy bueno- me espetó-, además, hay una gran sorpresa, pero tendrás que verla en el escenario. Me tengo que ir, te espero esta noche.
-¿Otra vez con Dylan?- pregunté cuando estaba a punto de abrir la puerta.
-Um … no … me ha dicho que no viene-No se había girado para decírmelo y eso era raro de ella-. Adiós.
Subí a mi habitación y empecé a vestirme para ver la gran actuación de la señora Marshall. El sol se iba poniendo a mi espalda y dejaba filtrar los colores anaranjados del atardecer mezclado con los colores morados del crepúsculo, una vez más debía de estar contenta.

Me encontré con todos los amigos de la ciudad en el teatro. Toda la gente entraba para pagar su entrada, parejas, familias, solteros, casados … todos ellos acudían a oír la música de la señora Marshall. Por un momento pensé que era mi hermana la que bajaba de un coche muy elegante, pero no, eran Alex y Anth los que se dirigían a la entrada del teatro. No sé por qué lo hice pero me escondí de ellos. No me parecía una buena noche para hablar de, por así decirlo, amores. Me escondí detrás de una columna y pude ver como Alexandra sonreía felizmente y que Anth la miraba como si ella fuese su ángel. Oí el pitido de un coche y dirigí mi vista a un coche negro en el que salían Jack y Madeleine. Caminaban alegres, cogidos de la mano. Jack tenía una cara resplandeciente, su sonrisa brillaba, en cambio, su acompañante tenía una cara seria, como si no hubiese querido ir al concierto voluntariamente, si no por obligación. En aquel momento odiaba a Jack. No entendía por qué tenía que presentarse con su novia en una noche tan especial para mi. En aquel momento le odiaba. Los odiaba. Lo peor fue cuando Jack acarició la mejilla de Madeleine para animarla. Fue allí cuando me di cuenta de que Jack estaba muy lejos de mi alcance. Aunque él se molestase en acercarse a mi, no lo conseguiría, ya que yo impediría nuestras miradas y roces, aunque no quisiese que fuese así.
Vi a la pareja perfecta acercándose a Alex y a Anth. Se saludaron y empezaron a charlar con tranquilidad. Pensé que aquel momento sería el oportuno para colarme en la puerta sin que se diesen cuenta, y así lo hice, caminé con cuidado hacia la puerta. Mi intento fue repentino. Alex se dio cuenta de que estaba allí y empezó a acercarse para darme un abrazo de los suyos que gustaba cuando más lo necesitaba.
-¡Hola!- me dijo mientras que me abrazaba.
-Hola … a todos- dije.
-No esperaba que vinieseis- Jack me miraba deslumbrado y sentía que Madeleine me miraba con desprecio. Lo malo fue que me di cuenta y sentía que no debía de estar allí-. Creo que tengo que irme, llego tarde.
-Estamos esperando a … Ariana- me dijo Jack para detenerme el paso.
-Creo que Ariana ya sabrá que estoy dentro- le dije mirándolo fijamente a los ojos.
Jack sonrió al escuchar mi voz enfadada.
-Cálmate Liza- me dijo Alex.
-Creo que Liza tiene razón. Debería irse, su familia la espera- dijo Madeleine con tono cortés.
La miré y ella me devolvió la mirada. Sentía que no quería que yo estuviese allí, sentía que estaba celosa. A pesar de que no decía nada lo comprendía todo, así que sin decir nada me fui alejando poco a poco.

El aforo del teatro estaba completo y yo era una de las afortunadas que estaba en primera fila. Estaba muy nerviosa por volver a escucharla tocando el piano. El telón estaba cerrado, y las luces, todavía encendidas. Me di la vuelta para ver cuánta gente había y parecía que todos estaban ansiosos por oír a la señora Marshall. Me di cuenta de que Jack me miraba con ojos desorbitados, como si me quisiese perdonar por algo. Estaba cinco filas detrás, pero eso no me impidió sonreírle sin que su asquerosa novia me mirase.
Las luces se apagaron y el telón se abrió. Había dos pianos de cola en el escenario y la gente empezó a aplaudir cuando vieron a la señora Marshall aparecer por el escenario. Estaba acompañada por dos violinistas elegantes, y con su permiso, empezó a hablar al público. Su voz sonaba suave y delicada y eso era algo bueno para una mujer que tenía setenta y cuatro años. Una figura esbelta se dirigió a incorporarse al coro, y cuando la señora Marshall terminó el discurso, empezaron a tocar. Tardé un poco en descubrir, que aquella chica que tocaba el piano junto a mi abuela era Debby. Llevaba el pelo recogido en una trenza y tenía un vestido negro largo. Parecía que estuviese tocando en un funeral, en vez de que estuviera tocando algo alegre. Sus manos se deslizaban por el piano, haciendo que no pareciese que tocase las teclas. Parecía una bella fantasma. Su cara mostraba dolor y pena, lo que hizo que no pudiese respirar durante todo el rato en el que sonaba el “Canon de Pachelbell”. Debby sonreía a la señora Marshall cada vez que se le antojaba, lo que me parecía conmovedor por su parte. Moonlight Sonata retumbaba en mi oídos cuando vi que una mujer de apenas treinta años me observaba curiosa apoyada en la pared. Tardé menos de medio segundo en descubrir que era ella. Brigitte Lambur me sonreía desde el lugar más oscuro del teatro.

No pude olvidar aquella sonrisa y aquella mirada, el concierto en el que vi fabulosas a las únicas personas vivas que me querían, estaba interrumpido por una simple mirada extraña. Así pasaban los días, las semanas y los meses, esa mirada no se apartaba de mi cabeza. Todo fue así de negro y monótono cuando el mes de marzo me abrió sus puertas.

1 comentario:

  1. O.o Dios, la última frase preciosa en serio, me ha encantado XD
    Ahora veo como el grupo de los victoriosos se juntan con los de los luchadores tan normal, creo que Liza tampoco lo ve normal xD No sé, de pasar a odiarse Alex se une a ellos (o Anthony) Hum... xD
    Por cierto, me encanta como has dejado el blog! ME ENCANTA!!! hahahaha
    ¡Oye un abruzo!

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